Frei Betto
Creo en el Dios liberado del Vaticano y de todas las religiones existentes y por existir.
El Dios que antecede a todos los bautismos, preexiste antes que los sacramentos y desborda todas las doctrinas religiosas. Libre de los teólogos, se derrama gratuitamente en el corazón de todos, creyentes y ateos, buenos y malos, de los que se creen salvados y de los que se creen hijos de la perdición, y también de los que son indiferentes a los abismos misteriosos del más allá de la muerte.
Creo en el Dios que no tiene religión, creador del Universo, donador de la vida y de la fe, presente en plenitud en la naturaleza y en los seres humanos. Dios orfebre de cada ínfimo eslabón de las partículas elementales, desde la refinada arquitectura del cerebro humano hasta el sofisticado entrelazado del trío de cuarqs.
¡Lástima! De no ser por el último párrafo (ver en «Leer más…»), lo suscribiría. Pero bien, es su credo, no el mío. Aunque a decir verdad, casi lo comparto.
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