No hay sueño más solaz para quien camina largamente por desierto, de pozo en pozo seco, que el de encontrarse en el lugar más impensado con un oasis donde el agua mane ricamente. En esa imaginable situación la alegría podría ser tan grande como la incredulidad que hubiese generado la desesperanza, por lo que ganas le vendrían al espíritu soñante de lanzarse de cabeza al estanque aun a riesgo de romperse la crisma en caso de espejismo.
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